La bailarina danzó en mi alcoba antes del amanecer. A la hora exacta en la que la locura es un don.
Ingresó ataviada sólo con la sonrisa sabia de los que ven más allá del amor y del odio.
Me desveló de mi sueño febril para regalarme su cuerpo tenso de caoba. Fue la respuesta de los dioses a mis súplicas.
Su humedad de fuego enfermó mi sangre. Envainó mis miembros rígidos con la fortaleza de sus muslos.
Bailó en mi cama, bailó desnuda, bailó sobre mí.
Y yo lo hice dentro de ella.
Bebí sus jugos y me embriagué. Arrebaté su pubis y lo atesoré un en un lugar remoto que hoy no recuerdo.
Sus labios no se posaron en los míos. Sus labios tenían otro dueño, más allá.
Me desequilibré por su carniza, la ofreció para apurar mi caída. Me empujó y puso fin a mi historia.
Me molestó tanto no haber sido más para abarcarla.
No eyaculè, quería hacer eterna esta felicidad. Le ofrecí el llanto como mi mejor orgasmo.
Sospecho que se esfumó por la cerradura o la maté. Es un misterio que no es necesario resolver. Ella fue la única certeza que visitò mi alcoba.
viernes, 31 de julio de 2009
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Y...la felicidad es así de fugaz.
ResponderBorrarYo tuve un desvelo asi un dia, pero eramos cinco: el hombre lobo, el macho cabrio, el hijo de dracula, la sirenita y yo.
ResponderBorrarY no me hagas hablar de la humedad de fuego....
No quieras saber.
epa, no conocía este blog
ResponderBorrarvoy a pasar más seguido
te felicito