martes, 12 de mayo de 2009

Gabo

Hace tiempo me pidió que diga las palabras, quería que haga un semblante de su persona:

Colibrí. Siempre fue colibrí o ruiseñor. No gorila ni oso. Nunca tuvo los excesos del esperma. Pero igual fecundó. Giraba sus alas de flor en flor, hasta que le sangraban. Degustaba una tras otra sin quedarse con ninguna. Nunca era suficiente, nada lo completaba; buscaba una satisfacción sutil, inexistente.

Su padre, a modo de castigo por haber venido a desequilibrar la monotonía de su vida anestesiada, le puso Floro y lo condeno a la incertidumbre.
No pudo ser campo de Marte o tierra arrasada, como se le pedía. Tampoco tuvo la suficiente entereza para asumirse como vergel de primorosos colores, como le gustaba imaginarse

Dialogaba con sus fantasmas constantemente. Toda su energía, que era poca, la gastaba en un soliloquio constante.
La mirada siempre perdida como si estuviera viendo más allá. No tomaba decisiones, no supo armarse una vida ni un amor. Solo era buena para mimetizarse con los sucesos de alrededor. Cuando quería más recurría a las pastillas. “La felicidad es una formula química” decía e ingería un frasco.
Si creyera en los espíritus diría que estaba poseída, por algún demonio o por viejos muertos sin enterrar.
Siempre llevaba consigo una caja de madera tallada llena de máscaras: venecianas, Mongoles, de Durban o de algún otro lugar recóndito. Con ellas cubría su rostro según las circunstancias. Afirmaba que de niño había sufrido una herida muy grave que lo hacia repugnante a la vista de los otros, por lo que no podía mostrarse tal cual era. Nunca se supo si fue verdad.

Poco a poco fue perdiendo todo, especialmente aquello que le daba identidad: el deseo. Le espantaba el contacto íntimo con otros cuerpos. Solo tocaba objetos. Era atractivo, levemente pedante. En el fondo se sentía nada, un cínico pusilánime, un ballet sincronizado de mecanismos de defensa.
Poco a poco se fue separando del mundo y lo perdió todo. De la separación sólo le quedó la tenencia del silencio.

Ahora que falleció puedo abrir este sobre que dejo lacrado para la ocasión. Quizá contenga la leyenda para su epitafio:
“Por fin se bajó el telón de esta insostenible farsa. Desde este agujero les grito mi silencio irrefutable”.

7 comentarios:

  1. JORGE: ¿porque no encuentro tus seguidores?
    IRENE 2008

    ResponderBorrar
  2. Che... no sé que decir...
    ... desapercibido de seguro no me pasa
    ... por momentos me identifica
    ... por momentos reconozco a algún conocido...
    Movilizante seguro!

    ResponderBorrar
  3. Acaso no vivimos todos en una farsa insostenible ??? y gritamos interminablemente !!!
    A los efectos de Floro, su carta bien podria haber estado en blanco.

    ResponderBorrar
  4. Jorge, por favor tené a bien agregar el panel de seguidores que te quiero seguir. Y por favor también publicá el texto del escarabajo que es genial!
    Un abrazo!

    ResponderBorrar
  5. sobre los perros de playa me gustó el ojo con que miraste. Si queres date una vuelta por mi blog. http://es-criba.blogspot.com/

    ResponderBorrar
  6. Jorge, me encanta como escribis. Cuando te entiendo, te admiro.

    ResponderBorrar
  7. Brillante! Tan conmovedor como contundente. Aplausos miles!! Grace Barraza

    ResponderBorrar

Se donde viven